CENTRIFUGA
Asfalto, noche coagulada en las venas de la ciudad, hilo negro del destino que anudó nuestras vidas, red tejida de encuentros. Todas las calles, puentes y cruceros fueron cómplices de nuestros encuentros.
Amanece antes de que salga el sol y la rutina comienza: la escuela, el trabajo, la casa. De aquí a allá por toda la ciudad abordo de este trebejo. Ir de un lugar a otro me hace ver todas las posibilidades, los rumbos, es increíble hasta donde me han llevado, cómo fui a dar contigo en este laberinto. Dando vuelta a la derecha pienso que, toda mi vida se basa en los sentidos, pero tú ¿aún sientes?
Te conocí ¿recuerdas? Cuando chocamos en el crucero. Yo iba distraída y tú con prisa. La culpa fue del motor que se apagó pasando apenas del otro lado del crucero. Te sonreí y me disculpe por arriesgarme a salir en esta chatarra mientas me ofrecías pagar los daños, sin darte cuenta que la abolladura era anterior al choque. Sonreíamos, la multitud embravecida contaminaba el ambiente con improperios, gritando que nos moviéramos. Me diste el número de un buen mecánico y pediste el mío para asegurar que todo estuviera bien, por la noche me marcaste y después de convencerte de que no había problema, te despediste diciendo que, al menos esta noche, podrías dormir tranquilo.
Por la mañana cuando llegue al taller, estabas ahí, el mecánico dijo que tenía que dejar el carro un día más. Ofreciste llevarme pero yo ya había optado por la moto. No pudiste ocular ese gesto de incredulidad, así que ofrecí darte una vuelta. Platicamos un rato, el mismo que me olvide de la escuela. Me contaste de todas las ciudades que habías visitado, sólo ésta te hacia regresar una y otra vez, sonaba divertido, ahora no, ahora tengo miedo, ¡incertidumbre! porque uno de estos días ya no podré más, uno de estos días tengo que hacerme a la idea: saldrás de mi vida, este encuentro se deshará inevitablemente.
Hoy nos reuniremos pero antes daré una vuelta por aquellos sitios memorables donde hemos dejado parte de nosotros, de mí: la escuela, las horas sin ella, las plazuelas donde esperamos el atardecer, los jardines que llenamos de arrumacos, las iglesias, con nuestras ausencias. Esto tiene que acabar, habrá que tomar todo o nada. No podré. Si te vas ¿cómo me libraré de los recuerdos que invaden la ciudad?
Las calles están llenas de señalamientos: “NO ESTACIONARSE”, no te quedes inmóvil pienso, como dice Benedetti, “COCHERA EN SERVICIO” tal vez esto será siempre así, tú entrando y saliendo de mi vida, “RETORNO” he visto aquel letrero y yo solo pienso en decirte: regresa siempre que puedas, aunque a veces, ya no hay retorno para lo que se ha perdido. Imagino un letrero “OLVIDO 50 KM” no existe me dirás con tus ojos negros juzgándome. Pienso que nos engañamos, que no queremos verlo: ¡INCAPACITADOS! tú y yo para estar juntos.
El sol comienza a ocultarse, la carretera empieza a subir, a llenarse de esas curvas que tanto temo porque no se lo que traerán. Escucho el silbido del viento cortado por los carros del otro carril. Este es el lugar desde donde podemos ver el centro de la ciudad. Has llegado, te veo en el retrovisor, te acercas. Sentados en la barda de este mirador, tenemos la sensación de estar fuera de la ciudad, de ser ajenos. Nadie dice una sola palabra.
Ya lo sé, mañana te vas pero quizá no regreses ¿Tú lo sabes? Pronto nuestros cuerpos, todos estos momentos serán una lista más de cosas que habrá que olvidar.
Vuelvo a casa con esa dosis de ti, flotando por la carretera, es de noche, las calles se delinean por el brillo de estrellas artificiales; tantas casas, tantas personas y yo solo duermo ansiosa esperando verte de nuevo, el día en que te dije esto no pudiste evitar ponerte nostálgico ¿cómo era posible? Pensábamos los dos, tantas personas en la ciudad, en el mundo y de repente solo quieres estar con una ¿Cuál es la línea que no hay que cruzar para no querer a las personas? ¿Cómo te puede afectar la ausencia de un desconocido existiendo tantos? Encontrarte, buscarte, perderte, parece un Deja Vu ó mi canción favorita en repetición, esa que a veces se confunde y parece sólo ruido.
El agua escurre de mi cabello, mi cuerpo necesita otra dosis de ti, no encuentro las llaves del trebejo, será mejor ir en la motocicleta, más rápido porque ya es tarde. Se me ha olvidado el celular ¡odio llegar tarde! odio desperdiciar el tiempo sin haberlo vivido. En el mismo crucero donde te conocí, la ciudad está congestionada. Voy a llegar tarde al último día en que estarás conmigo. El asfalto arde, la noche parece evaporarse de las calles. Acelero, tengo que apresurarme, escucho derrapar un carro, llevo prisa, quiero estar contigo.
Llego al lugar, un poco tarde, aun así te espero, lo sé, es la despedida pero mi duda gira entorno al tiempo ¿será algo temporal o definitivo?
Con tu ausencia contemple la ciudad ahora inmensa, nunca llegaste. Los recuerdos golpean mi rostro, no se que hacer no quiero pensar, pero lo hago ¿me has abandonado? ¿Huiste sin despedirte? ¿Regresarías?
Tarde lluviosa para mis ojos, el cielo se contagia y deja caer su tormenta, ayudando a borrarte.
Regreso a casa, la oscuridad la invade como al cielo, esta noche como la luna ya no estas. Mis pasos vencidos y solitarios resuenan en el patio. Observo las estrellas, me recuerdan tus ojos ¡cómo pudiste! Entro a casa, la puerta esta siempre entreabierta, esperando alguien más a quien alojar. No hay luz por la tormenta, enciendo algunas velas, largas, blancas ¿puedes imaginarlas?. Con su luz tan pequeña y frágil en medio de esta oscuridad me dan cierta claridad, cierta esperanza de que algún día como la luz volverás y como la luna en las noches te quedaras… este vano consuelo me hace dormir.
Amanece, la alarma del celular pide que me levante, cuando abro los ojos recuerdo lo que ha pasado. Siempre supe que irías y vendrías de mi vida, de esta ciudad. Ya habíamos pasado por esta situación, siempre regresabas, siempre te despedías ¿Qué sucedió ayer? Tal vez no te atreviste a decirme que ya no podías más y te inventaste el viaje sin retorno… tal vez ya había alguien más, no pude levantarme hasta el medio día con esa idea en la cabeza, al menos me dio un poco de coraje para ir al trabajo, para salir y encontrarme con la ciudad. Decidí caminar para despejar mi cabeza, sin embargo solo descubro lo pequeña que soy. Me detengo a desayunar en una cafetería cercana al trabajo. Creo que lo mejor seria hablar por teléfono y pedir permiso para faltar al trabajo, tal vez pueda llamar a toda la ciudad para decir que faltaría por siempre, no importa no me van a extrañar, ni a ti ni a mí. Tal vez decida entrar a una iglesia, quedarme ahí con tu ausencia ¡No! la ciudad no nos extrañaría, nosotros la extrañaríamos a ella… Cuando saco el celular para comenzar las llamadas me doy cuenta de que tengo perdidas dos llamadas tuyas, de ayer, una felicidad fugaz se apodera de mi, te marco mil veces sin obtener respuesta, no se que hacer ¿irte a buscar? ¿Seguir llamándote? o ver el periódico y leer que ayer en nuestro crucero habias chocado.
Asfalto, noche coagulada en las venas de la ciudad, hilo negro del destino que anudó nuestras vidas, red tejida de encuentros. Todas las calles, puentes y cruceros fueron cómplices de nuestros encuentros.
Amanece antes de que salga el sol y la rutina comienza: la escuela, el trabajo, la casa. De aquí a allá por toda la ciudad abordo de este trebejo. Ir de un lugar a otro me hace ver todas las posibilidades, los rumbos, es increíble hasta donde me han llevado, cómo fui a dar contigo en este laberinto. Dando vuelta a la derecha pienso que, toda mi vida se basa en los sentidos, pero tú ¿aún sientes?
Te conocí ¿recuerdas? Cuando chocamos en el crucero. Yo iba distraída y tú con prisa. La culpa fue del motor que se apagó pasando apenas del otro lado del crucero. Te sonreí y me disculpe por arriesgarme a salir en esta chatarra mientas me ofrecías pagar los daños, sin darte cuenta que la abolladura era anterior al choque. Sonreíamos, la multitud embravecida contaminaba el ambiente con improperios, gritando que nos moviéramos. Me diste el número de un buen mecánico y pediste el mío para asegurar que todo estuviera bien, por la noche me marcaste y después de convencerte de que no había problema, te despediste diciendo que, al menos esta noche, podrías dormir tranquilo.
Por la mañana cuando llegue al taller, estabas ahí, el mecánico dijo que tenía que dejar el carro un día más. Ofreciste llevarme pero yo ya había optado por la moto. No pudiste ocular ese gesto de incredulidad, así que ofrecí darte una vuelta. Platicamos un rato, el mismo que me olvide de la escuela. Me contaste de todas las ciudades que habías visitado, sólo ésta te hacia regresar una y otra vez, sonaba divertido, ahora no, ahora tengo miedo, ¡incertidumbre! porque uno de estos días ya no podré más, uno de estos días tengo que hacerme a la idea: saldrás de mi vida, este encuentro se deshará inevitablemente.
Hoy nos reuniremos pero antes daré una vuelta por aquellos sitios memorables donde hemos dejado parte de nosotros, de mí: la escuela, las horas sin ella, las plazuelas donde esperamos el atardecer, los jardines que llenamos de arrumacos, las iglesias, con nuestras ausencias. Esto tiene que acabar, habrá que tomar todo o nada. No podré. Si te vas ¿cómo me libraré de los recuerdos que invaden la ciudad?
Las calles están llenas de señalamientos: “NO ESTACIONARSE”, no te quedes inmóvil pienso, como dice Benedetti, “COCHERA EN SERVICIO” tal vez esto será siempre así, tú entrando y saliendo de mi vida, “RETORNO” he visto aquel letrero y yo solo pienso en decirte: regresa siempre que puedas, aunque a veces, ya no hay retorno para lo que se ha perdido. Imagino un letrero “OLVIDO 50 KM” no existe me dirás con tus ojos negros juzgándome. Pienso que nos engañamos, que no queremos verlo: ¡INCAPACITADOS! tú y yo para estar juntos.
El sol comienza a ocultarse, la carretera empieza a subir, a llenarse de esas curvas que tanto temo porque no se lo que traerán. Escucho el silbido del viento cortado por los carros del otro carril. Este es el lugar desde donde podemos ver el centro de la ciudad. Has llegado, te veo en el retrovisor, te acercas. Sentados en la barda de este mirador, tenemos la sensación de estar fuera de la ciudad, de ser ajenos. Nadie dice una sola palabra.
Ya lo sé, mañana te vas pero quizá no regreses ¿Tú lo sabes? Pronto nuestros cuerpos, todos estos momentos serán una lista más de cosas que habrá que olvidar.
Vuelvo a casa con esa dosis de ti, flotando por la carretera, es de noche, las calles se delinean por el brillo de estrellas artificiales; tantas casas, tantas personas y yo solo duermo ansiosa esperando verte de nuevo, el día en que te dije esto no pudiste evitar ponerte nostálgico ¿cómo era posible? Pensábamos los dos, tantas personas en la ciudad, en el mundo y de repente solo quieres estar con una ¿Cuál es la línea que no hay que cruzar para no querer a las personas? ¿Cómo te puede afectar la ausencia de un desconocido existiendo tantos? Encontrarte, buscarte, perderte, parece un Deja Vu ó mi canción favorita en repetición, esa que a veces se confunde y parece sólo ruido.
El agua escurre de mi cabello, mi cuerpo necesita otra dosis de ti, no encuentro las llaves del trebejo, será mejor ir en la motocicleta, más rápido porque ya es tarde. Se me ha olvidado el celular ¡odio llegar tarde! odio desperdiciar el tiempo sin haberlo vivido. En el mismo crucero donde te conocí, la ciudad está congestionada. Voy a llegar tarde al último día en que estarás conmigo. El asfalto arde, la noche parece evaporarse de las calles. Acelero, tengo que apresurarme, escucho derrapar un carro, llevo prisa, quiero estar contigo.
Llego al lugar, un poco tarde, aun así te espero, lo sé, es la despedida pero mi duda gira entorno al tiempo ¿será algo temporal o definitivo?
Con tu ausencia contemple la ciudad ahora inmensa, nunca llegaste. Los recuerdos golpean mi rostro, no se que hacer no quiero pensar, pero lo hago ¿me has abandonado? ¿Huiste sin despedirte? ¿Regresarías?
Tarde lluviosa para mis ojos, el cielo se contagia y deja caer su tormenta, ayudando a borrarte.
Regreso a casa, la oscuridad la invade como al cielo, esta noche como la luna ya no estas. Mis pasos vencidos y solitarios resuenan en el patio. Observo las estrellas, me recuerdan tus ojos ¡cómo pudiste! Entro a casa, la puerta esta siempre entreabierta, esperando alguien más a quien alojar. No hay luz por la tormenta, enciendo algunas velas, largas, blancas ¿puedes imaginarlas?. Con su luz tan pequeña y frágil en medio de esta oscuridad me dan cierta claridad, cierta esperanza de que algún día como la luz volverás y como la luna en las noches te quedaras… este vano consuelo me hace dormir.
Amanece, la alarma del celular pide que me levante, cuando abro los ojos recuerdo lo que ha pasado. Siempre supe que irías y vendrías de mi vida, de esta ciudad. Ya habíamos pasado por esta situación, siempre regresabas, siempre te despedías ¿Qué sucedió ayer? Tal vez no te atreviste a decirme que ya no podías más y te inventaste el viaje sin retorno… tal vez ya había alguien más, no pude levantarme hasta el medio día con esa idea en la cabeza, al menos me dio un poco de coraje para ir al trabajo, para salir y encontrarme con la ciudad. Decidí caminar para despejar mi cabeza, sin embargo solo descubro lo pequeña que soy. Me detengo a desayunar en una cafetería cercana al trabajo. Creo que lo mejor seria hablar por teléfono y pedir permiso para faltar al trabajo, tal vez pueda llamar a toda la ciudad para decir que faltaría por siempre, no importa no me van a extrañar, ni a ti ni a mí. Tal vez decida entrar a una iglesia, quedarme ahí con tu ausencia ¡No! la ciudad no nos extrañaría, nosotros la extrañaríamos a ella… Cuando saco el celular para comenzar las llamadas me doy cuenta de que tengo perdidas dos llamadas tuyas, de ayer, una felicidad fugaz se apodera de mi, te marco mil veces sin obtener respuesta, no se que hacer ¿irte a buscar? ¿Seguir llamándote? o ver el periódico y leer que ayer en nuestro crucero habias chocado.
2 comentarios:
Srita. Revueltas:
Aunque el texto publicado presenta (según recuerdo) algunas modificaciones con respecto al que usted leyó en clase, persisten (como el sarro en la unión de los azulejos brillantes) faltas de ortografía, uso frecuente de palabras como "solo" o mejor dicho "sólo", déja vu en cursivas y sin mayúsculas, entre otras. En cuanto a la historia que narra, me parece que consigue atrapar al lector en su atmósfera.
Cordialmente,
Fausto
Srita Revueltas,
hay aliento en la historia, te dejaste fluir y eso me gusta, sin embargo podrías limpiarla,de pronto
parece demasiado sentimental y cargada de imágenes ya vistas. Tienes buenas escenas para explotar.
Araceli
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