martes, 5 de agosto de 2008

El sueño.

Reynalda no puede despertar, siente como el calor entra en su piel morena, siente como enciende su cabeza como una brasa al rojo vivo. El calor se pega a sus pies, que parecen dos globos, llenos de agua, a punto de reventar. Su sangre fluye, lentamente, es un liquido, que se resbala entre las venas.
Reynalda no puede despertar, sueña, recuerda, revive. La arena se transforma en un polvo pesado. El silencio se rompe con los ruidos internos, la tristeza canta canciones de velorio, canciones que se convierten en rayas negras y grises, lo invaden todo, el largo espacio, interminable, se llena de ruidos.
La agonía empieza, arrastra al olvido, poco a poco los recuerdos se van, se fugan como una gota de agua que escurre en una llave mal cerrada. El agua. Ya no piensa en el agua, al principio tuvo sed, y ni siquiera una esponja con vinagre, pero ahora el sol ha secado hasta las ganas de beber. La agonía crece, y la soledad llega. Entonces abre los ojos y observa, la luz de una tarde reseca, y de la sombra aparece una mujer, es Santa María, vestida de negro, la virgen dolorosa, llorando, con las manos entrelazadas, sus ojos miran con clemencia a su hijo, el Cristo negro, crucificado en una cruz de fierro, destruido, derrotado, muerto.
Reynalda esta ahí, tirada en la arena, agonizante, en el infierno ardiente de un desierto olvidado de Dios, un desierto grisáceo. La virgen llora, por su hijo, por ella, por Reynalda.
Reynalda piensa en su propia muerte, olvida por un momento al Cristo negro cargando esa cruz de fierro, pesada, olvida las manos manchadas de sangre, los ojos dislocados por el dolor. Ahora piensa en ella misma, en su hija, en su madre, en su marido, en los lazos destruidos, el corazón fragmentado, en su dedicación a la cotidianidad, a seguir la rutina, abnegada. Piensa en su entierro, piensa en si su cuerpo será encontrado por alguien, enviado a su tierra, a la costa, piensa en el viaje, ya muerta, casi descompuesta por completo, pasando por terracerías, hasta llegar a un lugar cercano al mar.
Puede ser también que nadie la encuentre nunca, entonces su cuerpo se descompondría con los días, su cuerpo rodeado de zopilotes, su carne negra, llena de moscas y gusanos, sus huesos roídos por un apetito insaciable. Piensa en su madre, esperando con angustia su llamada, lamentándose –Yo le dije que no fuera, pero era muy necia- .
Piensa en su hija, Teresa, gritando, con los ojos negros hundidos en un abismo. Piensa en su marido sentado en la esquina de la calle, tomando mezcal, caminando luego a la cantina, y haciendo el amor con otra, piensa en ese hombre, el único, el verdadero amor.
Piensa en los vecinos, rumorando, - eso le pasa por cabrona, iba allá a ver al otro, y mira que se fue a morir- .
Piensa en el mar, profundo, muy azul, humedecido por un sol que se muestra a las doce del medio día, piensa en “tata chu”, en el baile de los tejorones, en las chilenas, en sus piernas ya adormecidas. Y de nuevo esta ahí la santísima virgen, diciéndole –También me duele tu muerte, pero ya vas a ir a la presencia de Dios, muere en paz-.
La agonía se alarga, Reynalda grita, ¿qué más podría hacer? Sus manos se entierran en la arena, pero ya casi no tiene fuerzas, sus uñas resquebrajadas, amarillentas, se quedan dentro.
Voltea la vista al cielo y en silencio se hace la pregunta, ¿Dios mío porque me has abandonado? Esta vez no habrá lluvia, ni nadie se arrepentirá de haber pecado, el cielo resulta una mancha, un borrón, a penas visible.
Una patrulla se detiene, dos hombres altos, blancos bajan, dicen palabras que Reynalda no entiende, indiferentes al dolor de la mujer y ajenos a la presencia de la virgen suben a su auto y se van.
Y llega el último recuerdo, el más bello para ella, -Santa María, madre de Dios, ruega señora por nosotros los pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte amén-
Reynalda esta muerta.
Karina Sosa

2 comentarios:

Zagreo Y. dijo...

me parece que tu relato dice algo y no dice nada; puedo decir también que son 3 historias que podrías ser ligadas de mejor forma.
El final no me agradó, creo que podrías mejorarlo.
suerte!

Srita. Revuelta dijo...

Hola karina, me agrada tu relato aunque definititvamente podrias quitar la ultima frase obvia del relato...no logro procesarlo todo, asi que lo reeelere. Nos vemos el sabado.