martes, 12 de agosto de 2008

Sirvienta


Rolando nunca me perdonó el que le dijera que no quería ser actriz. ¿Pero a quién le quedan ganas de actuar, cuándo se tiene a un maestro casca rabias como él?
Se ha encargado de burlarse de mi toda ocasión que puede, y su pregunta aunada a su risa es: ¿no que no querías ser actriz?
Después de ensayar ocho meses una obra dirigida y escrita por él, nunca pensé regresar al próximo curso de actuación en la casa de los teatros. Deseaba liberarme de su tortura mental. De todos los maestros que he tenido en mi vida escolar, él, es uno de los que recordaré el resto de mi vida, por el gran odio que le guardo, pero también por la gratitud tan inmensa que le tengo.
Podría mencionar sus innumerables rabietas, sus múltiples discursos infestados de alta ‘sapiencia’ sobre la vida y su relación con el teatro, sus conceptos de ‘convención y metáfora’, su risa sarcástica, pero también el placer que uno puede obtener cuando, de las mil cosas que hacemos para agradarle, una sola es la que le gusta y la halaba en tono de gloria para nuestros oídos.
Es tan buen actor, que no paramos de reír cuando nos imita, cada vez que nos equivocamos en algún ensayo. Hemos aprendido a quererlo, aunque dudo que él haya dejado de odiarnos, porque su genio, le ha creado la imagen de un ser impenetrable, frío y sin facha de hombre, ni mujer, pero tampoco homosexual.
El respeto que le tengo, se ha traducido en un miedo silencioso, en evitar su mirada, en reír como estúpida de sus bromas siempre inteligentes.
Estos últimos días he aprendido parte de la tortura teatral. La Casa de los teatros, es la encargada de realizar la producción escénica de la obra ‘La traviata’, cuyo objetivo es consolidar una compañía de opera oaxaqueña.
Hoy me he arrepentido vehementemente el no haber estado en el taller de corte y confección en la secundaría, porque de los treinta vestuarios de cada corista, no pude dar una sola puntada a un trozo de tela, a cambio de eso; he recortado mascaras, remendado telones, y ser dueña de actividades pequeñitas pero laboriosas.
¿Todo para qué? Para ser tomada en cuenta por el juicio de Rolando, para una breve intervención en la obra, con un papel de sirvienta, a eso aspiro, a ser una SIRVIENTA, a ver dentro del teatro la escenografía hecha con las manos de los que somos de la casa, hijos de Beattie; las máscaras inventadas en horas de creatividad artesanal, sólo por unos instantes en ese lugar barroco, el teatro Macedonio Alcalá.
¿No que NO querías ser sirvienta?

NOTA: Hago la cordial invitación a todos los talleristas, para que vayan a la ópera, este Viernes a las 20hrs y domingo a las 19 hrs.

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