Aprisiono uno de tus cabellos verdes en la hoja llena de té:
Té espero
Té conozco
Té deseo
Té siento
Té quiero
Tus ojos parpadean mientras me dices: -últimamente he habitado un mundo tan incongruente que corro el riesgo de creerte todo, que me esperas, me conoces, me deseas y me quieres.
Sonrío y pienso en no volver a leer en voz alta los cuadernos de mi alumnado, donde ahora estoy forjando el tabaco.
Sigues mirando el techo, ya sé, siempre que lo ves no puedes contener el deseo de escribir cualquier pendejada:
La lengua es cuerpo, la palabra caricia, la tinta afrodisíaco y ese muro blanco una gran cama.
Recuerdo la noche en que trastornado te conocí, bastó que yo te declamara un comercial de papel higiénico con suficiente actitud poética para traerte a mi cama.
-Desde entonces dejaste que escribiera en tus pantalones mis versos, para tenerme enamorada. Afirmas casi herida.
Esta noche, con la cabeza en mis piernas, te prometes absorber la inédita presencia de tus letras.
Sostienes la botella de vino y me miras fijamente. Afuera llueve. Tengo que irme, dices incorporándote.
No quiero salir, esta noche piensas desnudarme bajo la lluvia, quedarte con el vino y llenar la botella con el pasado: él fue, él estuvo. Yo en cambio utilizaré el tabaco para disimular mis suspiros, para enrollar mis promesas e incendiarlas, -sal! dices.
La última bocanada reaviva el fuego del cigarro, la mancha de tinta que evidencia un te amo se consume, penetra mis pulmones, se transforma en cenizas.
Bob Candy
Hace 14 años
1 comentario:
Apreciada Srita. Revueltas:
Este texto me gusta más que el otro, quizá por su brevedad e intensidad. Sugeriría que antes de publicar hiciera un riguroso examen de ortografía.
Cordialmente,
Fausto
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