miércoles, 27 de agosto de 2008

Foto


Hay un huequito para poner a Fadanelli con Fotoshop.

sábado, 23 de agosto de 2008

carta a una chica ejemplar

Iría a buscarte ahora que las horas se acabaron junto con el vodka pero no puedo, estoy sumergido en un placer de botellas y humo; lo siento nena, no podré verte a la cara y preguntarme qué hago contigo.
Debes de matar las ansias con algo que te entretenga; tal vez tu amigo odontólogo y su billetera te sirvan este fin de semana en lo que yo encuentro mis órganos en la cubeta de vómito que tengo a mi lado, no será difícil pero en el hecho me van las ganas y acabo por dormirme con parte de mis inseguridades clamando un poco de atención o sexo.
Con frecuencia atiendo más a lo segundo y me busco una chica vestida de negro para aprovechar su luto y su vagina, si nena, lo has leído bien, con frecuencia te engaño (al menos 2 veces por semana) con la intención de sentir algo diferente, pero es lo mismo tu cuerpo que cualquier otro. Así, engañándonos, me salvo un poco de esto que pasa y no nos importa; de tu madre, de mi padre, de los habitantes que parecen figuras de cartón cayéndose por todas partes y llenado la calle de imbeciles muertos y de un hedor que se parece al tuyo, sí, tal vez por eso cuando estoy contigo te digo muertita.

¿Ahora qué quieres que te diga?

Ahora recuerdo, ¿Hasta cuando dejarás de imitar a otras mujeres? ¿Hasta cuando vas a dormir sin reclamarme las cosas? ¿Hasta cuando estarás en esta casa conmigo? Aun no entiendo ese afán tuyo por querer domesticarme, por querer quitarme la sarna con la que he nacido y que nada tiene que ver contigo, de verdad que me esfuerzo por hacerte ver que tu tiempo y el mío tienen nombres diferentes. ¿Qué vas a hacer cuando leas esto?

Sinceramente no encuentro en mí algo que valga la pena darte, ni el semen que me pides para poder dormir bien ni nada, he olvidado como se quiere a una mujer gracias a tu obstinación infantil y llena de traumas, vamos, no es un reclamo pero me cansa que desees resolver tu vida a través de mis defectos.

Era bueno cuando aun bebías conmigo ese licor horrendo de caña y en la madrugada escupíamos vagabundos, aun me divertía tu cara de drogada por la mañana pidiendo el desayuno, de verdad que me gustaba algo en ti hasta que perdiste el rumbo y comenzaste a quererme de más, entiende nena, es estúpido querer a un individuo como yo y es estúpido querer a quién sea, trata de divertirte un poco, trata de olvidar un poco al viejo panzón que te violo cuando niña, intenta mandarme directo a la mierda por todo esto que te digo.
Adios.

martes, 12 de agosto de 2008

Sirvienta


Rolando nunca me perdonó el que le dijera que no quería ser actriz. ¿Pero a quién le quedan ganas de actuar, cuándo se tiene a un maestro casca rabias como él?
Se ha encargado de burlarse de mi toda ocasión que puede, y su pregunta aunada a su risa es: ¿no que no querías ser actriz?
Después de ensayar ocho meses una obra dirigida y escrita por él, nunca pensé regresar al próximo curso de actuación en la casa de los teatros. Deseaba liberarme de su tortura mental. De todos los maestros que he tenido en mi vida escolar, él, es uno de los que recordaré el resto de mi vida, por el gran odio que le guardo, pero también por la gratitud tan inmensa que le tengo.
Podría mencionar sus innumerables rabietas, sus múltiples discursos infestados de alta ‘sapiencia’ sobre la vida y su relación con el teatro, sus conceptos de ‘convención y metáfora’, su risa sarcástica, pero también el placer que uno puede obtener cuando, de las mil cosas que hacemos para agradarle, una sola es la que le gusta y la halaba en tono de gloria para nuestros oídos.
Es tan buen actor, que no paramos de reír cuando nos imita, cada vez que nos equivocamos en algún ensayo. Hemos aprendido a quererlo, aunque dudo que él haya dejado de odiarnos, porque su genio, le ha creado la imagen de un ser impenetrable, frío y sin facha de hombre, ni mujer, pero tampoco homosexual.
El respeto que le tengo, se ha traducido en un miedo silencioso, en evitar su mirada, en reír como estúpida de sus bromas siempre inteligentes.
Estos últimos días he aprendido parte de la tortura teatral. La Casa de los teatros, es la encargada de realizar la producción escénica de la obra ‘La traviata’, cuyo objetivo es consolidar una compañía de opera oaxaqueña.
Hoy me he arrepentido vehementemente el no haber estado en el taller de corte y confección en la secundaría, porque de los treinta vestuarios de cada corista, no pude dar una sola puntada a un trozo de tela, a cambio de eso; he recortado mascaras, remendado telones, y ser dueña de actividades pequeñitas pero laboriosas.
¿Todo para qué? Para ser tomada en cuenta por el juicio de Rolando, para una breve intervención en la obra, con un papel de sirvienta, a eso aspiro, a ser una SIRVIENTA, a ver dentro del teatro la escenografía hecha con las manos de los que somos de la casa, hijos de Beattie; las máscaras inventadas en horas de creatividad artesanal, sólo por unos instantes en ese lugar barroco, el teatro Macedonio Alcalá.
¿No que NO querías ser sirvienta?

NOTA: Hago la cordial invitación a todos los talleristas, para que vayan a la ópera, este Viernes a las 20hrs y domingo a las 19 hrs.

jueves, 7 de agosto de 2008

EL MITO DE ELEONORA

En aquellos tiempos, las diferencias entre hombres y mujeres habían llegado a un punto en que era prácticamente imposible su convivencia; no había lugar que no fuera escenario de batallas y, en todas ellas, las banderas de la incomprensión y el egoísmo se alzaban victoriosas. El Olimpo en pleno tomó conocimiento del asunto y decidió ayudar a los mortales: redactó la sagrada sentencia de la reconciliación, la grabó en la cálida piel de una diosa –singular entre las diosas-, y la envió a la Tierra, desprovista de su halo divino.

Desde entonces, todas las personas portan en su piel, oculto, el mensaje sagrado. No es sencillo develarlo. La inscripción, hecha con símbolos semejantes a los que se encuentran en los plumajes de las aves, es también una imagen latente en el sentido fotográfico del término, es decir, que requiere de ciertos procedimientos y circunstancias para tornarse visible. Nadie sabe con certeza cuáles son esos mecanismos, pero se cree que mucho tienen que ver con el palpitar del corazón humano. Así, la revelación del misterio sigue ocurriendo puntualmente, al menos una vez en la vida de cada persona.

De un antiguo mensaje depende el frágil equilibrio que une los cuerpos sobre la Tierra. Todo aquel que se da en su búsqueda lo hace movido por una urgencia: la misma del que necesita un vaso de agua o un vomitivo, una idea o una moneda, el olvido de la muerte o el recuerdo del instante en que nació.

martes, 5 de agosto de 2008

El sueño.

Reynalda no puede despertar, siente como el calor entra en su piel morena, siente como enciende su cabeza como una brasa al rojo vivo. El calor se pega a sus pies, que parecen dos globos, llenos de agua, a punto de reventar. Su sangre fluye, lentamente, es un liquido, que se resbala entre las venas.
Reynalda no puede despertar, sueña, recuerda, revive. La arena se transforma en un polvo pesado. El silencio se rompe con los ruidos internos, la tristeza canta canciones de velorio, canciones que se convierten en rayas negras y grises, lo invaden todo, el largo espacio, interminable, se llena de ruidos.
La agonía empieza, arrastra al olvido, poco a poco los recuerdos se van, se fugan como una gota de agua que escurre en una llave mal cerrada. El agua. Ya no piensa en el agua, al principio tuvo sed, y ni siquiera una esponja con vinagre, pero ahora el sol ha secado hasta las ganas de beber. La agonía crece, y la soledad llega. Entonces abre los ojos y observa, la luz de una tarde reseca, y de la sombra aparece una mujer, es Santa María, vestida de negro, la virgen dolorosa, llorando, con las manos entrelazadas, sus ojos miran con clemencia a su hijo, el Cristo negro, crucificado en una cruz de fierro, destruido, derrotado, muerto.
Reynalda esta ahí, tirada en la arena, agonizante, en el infierno ardiente de un desierto olvidado de Dios, un desierto grisáceo. La virgen llora, por su hijo, por ella, por Reynalda.
Reynalda piensa en su propia muerte, olvida por un momento al Cristo negro cargando esa cruz de fierro, pesada, olvida las manos manchadas de sangre, los ojos dislocados por el dolor. Ahora piensa en ella misma, en su hija, en su madre, en su marido, en los lazos destruidos, el corazón fragmentado, en su dedicación a la cotidianidad, a seguir la rutina, abnegada. Piensa en su entierro, piensa en si su cuerpo será encontrado por alguien, enviado a su tierra, a la costa, piensa en el viaje, ya muerta, casi descompuesta por completo, pasando por terracerías, hasta llegar a un lugar cercano al mar.
Puede ser también que nadie la encuentre nunca, entonces su cuerpo se descompondría con los días, su cuerpo rodeado de zopilotes, su carne negra, llena de moscas y gusanos, sus huesos roídos por un apetito insaciable. Piensa en su madre, esperando con angustia su llamada, lamentándose –Yo le dije que no fuera, pero era muy necia- .
Piensa en su hija, Teresa, gritando, con los ojos negros hundidos en un abismo. Piensa en su marido sentado en la esquina de la calle, tomando mezcal, caminando luego a la cantina, y haciendo el amor con otra, piensa en ese hombre, el único, el verdadero amor.
Piensa en los vecinos, rumorando, - eso le pasa por cabrona, iba allá a ver al otro, y mira que se fue a morir- .
Piensa en el mar, profundo, muy azul, humedecido por un sol que se muestra a las doce del medio día, piensa en “tata chu”, en el baile de los tejorones, en las chilenas, en sus piernas ya adormecidas. Y de nuevo esta ahí la santísima virgen, diciéndole –También me duele tu muerte, pero ya vas a ir a la presencia de Dios, muere en paz-.
La agonía se alarga, Reynalda grita, ¿qué más podría hacer? Sus manos se entierran en la arena, pero ya casi no tiene fuerzas, sus uñas resquebrajadas, amarillentas, se quedan dentro.
Voltea la vista al cielo y en silencio se hace la pregunta, ¿Dios mío porque me has abandonado? Esta vez no habrá lluvia, ni nadie se arrepentirá de haber pecado, el cielo resulta una mancha, un borrón, a penas visible.
Una patrulla se detiene, dos hombres altos, blancos bajan, dicen palabras que Reynalda no entiende, indiferentes al dolor de la mujer y ajenos a la presencia de la virgen suben a su auto y se van.
Y llega el último recuerdo, el más bello para ella, -Santa María, madre de Dios, ruega señora por nosotros los pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte amén-
Reynalda esta muerta.
Karina Sosa

lunes, 4 de agosto de 2008

Interior Holandés ll

Interior Holandés ll

Son obras como estas las que hacen que la obra de Thierry Malraux sea tan difícil de interpretar inteligentemente. Malraux, quien se caracteriza por presentar obras con referencias enciclopédicas a la historia del arte, habla solo esporádicamente acerca del significado de su trabajo; a menudo guarda un silencio hermético al tratar de ciertas obras en específico. Tal es el caso de su nuevo proyecto, ubicado en la calle de Bustamante, de la cual no se tiene registrado ningun comentario por parte de Malraux, salvo su brevisimo discurso a la prensa en el que declarò: "mi nueva obra llamada Interior Holandés ll puede ser vista en el espacio interior de la cantina El Tercer Mundo. Mas bien -es el espacio interior de la cantina".
El Tercer Mundo fuè fundada en 1934, y es la ùnica cantina de la ciudad la cual aùn conserva un pràgmatico escupidero ubicado a lo largo de la parte inferior de la barra. Esta abierto de nueve de la mañana hasta las diez de la noche y sirven un delicioso estofado (o amarillo?) de conejo todos los martes (gratis con consumo de una cerveza). Las mesas y las sillas son de plàstico blanco -grisàceo en algunas partes de mas uso- y portan orgullosamente el logotipo de alguna cervecera. Carteles enormes de mujeres semi-desnudas intentan adornar las paredes tambien blancas, tambien grisaceas; Los posters sin enmarcar, dan la impresiòn de que los ha pegado un niño apresurado pues se encuentran en lugares arbitrarios en la pared: a veces demasiado arriba, o demasiado abajo. Curiosamente ningùn poster se encuentra centrado. La barra, una barra comùn tapizada de espejos con repisas que exhiben variadas botellas, no parece tener relevancia particular a excepciòn de un diminuto reloj que cuelga en la pared pero que parece, por su tamaño, que se verìa mejor colgando de la muñeca del cantinero.
El tìtulo Interior Holandès ll parece a primera vista hacer referencia a alguna similitud que el artista ha encontrado con un espacio imaginado o recordado de alguno de sus viajes. Sin embargo, al buscar una explicaciòn mas concreta encontramos que el mismo tìtulo ya ha sido utilizado por el artista Joan Mirò en una pintura de 1928 ahora ubicada en la Colecciòn Peggy Guggenheim en Venecia, Italia. La composiciòn de Mirò muestra figuras alargadas, deformadas, abstraìdas en colores vivos, como si en una pesadilla etìlica.
Inesperadamente, la pintura de Mirò, a su vez, hace referencia a una pintura del holandès Jan Steen titulada La lecciòn de Baile (1665-1668)*. Esta tela muestra una escena jovial en el que figura una niña, de un vestido azul particularmente brillante, que toca la flauta al mismo tiempo que dos niños rien, un joven juega con un gato, un viejo se asoma de una ventana, y un perro aulla. Por otro lado, la lista de objetos que conforman la pintura (estos se volveran mas importantes mas adelante en esta narrativa) incluyen un laud, una mesa, una silla, una jarra, un mantel y una ventana.
Mirò, en su Interior Holandes ll copia fielmente tanto la lista de personajes de La Lecciòn de Baile, como los objetos encontrados dentro de la pintura pero se abstiene de imitar su forma original. En vez, somete toda la pintura a un simple algoritmo en el que los objetos inertes se empequeñecen, y los objetos animados ( ej.los niños, el perro) se agrandan. Asi pues, el perro de Jan Steen se vuelve del tamaño de una vaca en el lienzo de Miro, y la ventana que ocupa el tercio superior de la pintura de Steen, se transforma en un cuadrado negro y diminuto. La niña de la falda azul se convierte en un gigante amorfo. La cabeza de uno de los niños se desfigura en una masa cafe tan grande que parece que podria devorar de un bocado el laùd, la jarra con mantel y la casi imperceptible sillita ubicada a un lado de las patas traseras del nuevo perro-vaca.
No hay suficiente evidencia para creer que Malraux en su Interior Holandes ll alude a los personajes u objetos presentes ni en la imagen de Miro ni en el lienzo de Steen. En la cantina en El Tercer Mundo no pueden encontrarse niñas con flautas, ni laudes, ni perros. Sin embargo, el algoritmo de Miro, esta presente. Su mecanismo de transformaciòn no permea cada pared, ni ataca cada objeto, ni cada personaje -pero existe. Concretamente, se encuentra en la tensiòn entre dos objetos: los posters gigantes de mujeres semi-desnudas (representaciòn de figura animada) y el pequeño reloj (figura inerte) colgado en la pared, arriba de la barra. Malraux encuentra que estos detalles pueden ser ordenados por el algoritmo Mirò.

Figura Animada -> +grande
Figura Inerte -> +chica

Los posters de mujeres desnudas son mas grandes que su tamaño real. Asi puès, si se tomara una fotografìa mostrando a los clientes de la cantina junto a los posters de mujeres, los clientes se verìan significativamente mas pequeños que las imàgenes de las mujeres. De manera inversa, el reloj de pared, que niega que su pròposito sea el de ser suficientemente visible como para mostrar la hora a todos los presentes, es risiblemente peqeño. Malraux, en esta obra, no cita a Mirò como una fuerza expresiva, sino utiliza el trabajo de Mirò para identificar y ordenar la realidad.
Malraux no produjo, ni alterò nada en El Tercer Mundo. La cantina existe ahora en el estado en el cual Malraux lo encontrò y de la misma manera que el ha existido probablemente por ya algunos años. De hecho, al hablar mas cercanamente con el dueño el señor Roberto Barana este no sabìa que la cantina era tambièn considerada una obra de arte y jamàs habìa oìdo hablar de Thierry Malraux.
No es apropiado describir esta obra como una cità de Mirò, de la misma manera en que no es correcto hablar de que un matemàtico cita a pitàgoras cuando realmente esta utilizando su teorema para encontrar la medida de algùn lado de un triàngulo. Es cierto que Mirò inventò este algoritmo. Pero, al mismo tiempo, el algoritmo existe sin el. Podemos utilizarla sin saber que fuè un pintor surrealista catalan. No tenemos que saber nada de Pitàgoras ni de Mirò, pues nos dejaron una notaciòn abstracta que no es afectada por su biografìa.
La recuperaciòn del pasado, la cita, son instrumentos post-modernistas que, sin embargo, no logran describir el Interior Holandès ll de Malraux puesto que el artista no examina una estètica, ni la modifica: la destila y la utiliza. Su abstraccion algoritmica no distingue ni lìneas, ni color: encuentra el proceso por el cual fue creado y lo aplica. Malraux lo aplica a una realidad cotidiana: una cantinita del centro. Pero seguramente el algoritmo Mirò puede ser encontrado en otros lados: alguna caricatura seguramente, o quizàs un texto religioso en el que los seres vivos son celebrados, y los objetos menospreciados, tal vez algùn fanatico ose decir que Dios juzga con este algoritmo en mente. El sonido de mi voz, un pendulo en movimiento, son dos ideas imposibles de colapsar esteticamente, y sin embargo los dos son obedecen (en su forma mas sencilla) a la trayectoria de la funcion f(x)= sen(x).

Malraux no inventó la tela conceptual, que une el cuadro de un pintor Holándes del siglo diecisiete con un artista Catalán del siglo veinte, y que a su vez describe una minúscula parte de una cantinita al Sur de México. Sin embargo, innova al usar este como instrumento artístico; el artista niega la estética en este trabajo. Trabaja buscando una fórmula escondida en la historia del Arte que pueda ser aplicada para ordenar alguna parte de nuestra realidad. Quien sabe cuantos más destilarán estas funciones de pasajes selectos de la Historia del Arte. Una historia la cuál, en su gran parte esta formada por copias con ligeras modificaciones que, a la larga, se vuelven transformaciones monstruosas. ¿Cuantos no han copiado Las Meninas de Velasquez? Y en que radicará el algoritmo que aplicó Picasso para hacer de una familia real - una líneas salvajes.

sábado, 2 de agosto de 2008

silencio, sólo silencio


No he sido más ridículo porque no he tenido tiempo, desde hace quince días decidí dejar de bañarme todos los días, dejé de escuchar la música de mierda que me regalaban mis amigos: Duranguense, Delgadillo, Juanes, Shakira, etc…
Dejé de usar el perfume que mi madre me regala todos los 14 de de febrero, dejé de respetar a los agentes de transito obesos y rechonchos; dejé de prestarles el tiempo para oír su precario español diciendo mis faltas.
Dejé de usar zapatos cerrados para ir al trabajo, dejé de trabajar, dejé una mujer de ojos claros y buenas nalgas, dejé su cuerpo esculpido por mi amigo Felipe que se quedó sus ojos y mi riñón. Le dije a mis amigos que dejarán de hablarme, que no me interesaba para nada saber sobre reformas, manifestaciones y baches.

Dejé de pagar la luz, el teléfono y mis deudas.
Me quedé desnudo en mi sala, a oscuras, desconectado, en silencio, habitado sólo por aquello que no entiendo… silencio, sólo silencio.
Quiero un tabaco, o un toque, o un mezcal… voy por mi mezcal a la cocina, está oscuro y sigo sin saber qué hacer, sobre mí dan vuelta pocas cosas: me alejé de todo y sigo aquí, insatisfecho, jodido y bebiendo.

La puerta suena y pregunto quién, Gandalf dice una voz, saca el toque respondo yo.
Es Memo, entra a la casa y fumamos marihuana, nos reímos, me inunda una pereza mortífera, me drogo más y todo me parece estúpido y lleno de baba: los policías, mis tías metiches, los burócratas, los políticos.
No entiendo muy bien lo que sucede pero me cansa, me hunde, quiero salir corriendo y no hay para donde.