lunes, 27 de octubre de 2008

Y no era tan inteligente

Cada momento con ella es tan lindo y especial, nunca me había sentido así, cuando salimos me toma de la mano, sus pequeños dedos juguetean con los míos hasta que nuestras palmas comienzan a sudar, nos limpiamos ávidamente para continuar. Caminamos hombro con hombro, a veces me abraza y como buen caballero le correspondo.
Los miércoles vamos al cine, yo compro los refrescos y las palomitas, ella se encarga de las entradas, si la película es buena me voltea a ver y esboza una sonrisa, si no simplemente se recarga en mi hombro y con el favor de la oscuridad simplemente nos entretenemos.
Le compro flores, le escribo cartas, le recito poemas y le cuento chistes, creo que no hay nada mejor para entretener a una mujer. Su sonrisa lo dice todo, sé que conmigo es feliz, sé que soy importante en su vida, o al menos eso me dice siempre. En las paredes de su departamento cuelgan nuestras fotos, tal vez en su recamara también, eso no lo sé, siempre que entramos apaga las luces y cuando salgo no quiero ver, no quiero recordar que la pierdo a diario con unos cuantos suspiros y un breve temblor.
No me importa que sea maniaco-depresiva, mucho menos que viva en el quinto piso y sin elevador, me cuenta sus problemas y yo la oigo aunque me aburra, no es que sea machista e incomprensivo pero no puedo soportar que se atormente con la ropa que se pondrá, con su figura rechoncha y mucho menos que pelee con el espejo. Por ella me hice aficionado a la comida rápida, deje de beber con mis amigos para tomar café con ella, aprendí a bailar y conocí el valor sentimental de las telenovelas en cada corte comercial.
El día que me llevo a casa de sus padres sentí miedo, no por mí sino por ella, afortunadamente no se atrevió a contar sus aventuras, ni siquiera me volteó a ver al igual que sus padres, quiénes nos despidieron con una sonrisa, creo que sólo fue por cortesía o temor.
Sus amigas son demasiado estúpidas, viven para el salón de belleza, las revistas, los antros y el café, sus frivolidades me tienen sin cuidado, sólo me importa ella cuando no está con ellas, con su mal humor y sus encantos, aunque no sepa que París está en Francia y que en la Catedral de Notre Dame haya algo más que un fantástico jorobado A pesar de las ojeras se ve bien sin maquillaje, así no tengo que soportar que se le corra el rimel con el sudor o que manche las almohadas de corrector y polvo. Sin manicure y uñas es mejor, así no me duele tanto la espalda, el labial es sexy pero no cuando me lo embarra en la entrepierna.
No es muy atractiva, pero me encanta, tiene ojos, nariz, boca y por desgracia una sonrisa coqueta. Nunca había sido tan feliz como lo soy ahora, cada segundo a su lado es eterno, con ella no hay recuerdos ni pasado, quizá tampoco futuro, lo más seguro que no.
Cuando llega me enamora, cuando se va me desenamora. Pareciera que sólo existe cuando estamos juntos, no es un invento, es real, tan real que hasta mi perra la odia.
Es inteligente, se graduó con honores de la preparatoria, después de 5 años, en la Universidad tiene beca de excelencia por buen comportamiento. Sabe cocinar sin sazón, algo casi imposible de hacer a pesar de que compra recetarios y revistas de frivolidades. Es tan inteligente que siempre guarda silencio por temor a que vean sus dientes, con un beso me dice te quiero y además se puede estacionar en el primer intento.
Es lo mejor que pude encontrar, creo que soy más afortunado que su novio, un tipo tan tonto que cree en la fidelidad y que duda de la capacidad creativa de su novia, por fortuna puede darme cuenta a tiempo, antes de que me perdiera de tan virtuosa persona, de esas que sólo existen en un mundo color de rosa.

miércoles, 22 de octubre de 2008

El artista

El café no tenia aroma, parecía que su nariz ya no percibía ese olor a tierra fresca que todas las mañanas en punto de las siete inhalaba para darse placer, esa mañana ya no. Los colores empezaron también a desdibujarse, a ser sombras pardas y sin vida, su cuerpo adormecido se sostenía en la silla forrada con terciopelo azul. La muerte había llegado. No lo dudó, lo comprobó, era tiempo. Unos días antes, en pesadillas se había anunciado, pero él era tan agnóstico que no tuvo cuidado de revisar a fondo las revelaciones.
Si María aún viviera a su lado seguramente lo habría hecho, se habría despertado, y aunque María todavía estuviera dormida le empezaría a contar el sueño, pero María estaba ahora seguramente comprando antigüedades en una tienda en París. María y sus excentricidades, también amaba de María esa personalidad extraña. Sinceramente amaba más saberse acompañado de una mujer como ella, tan bella, todos los amigos lo murmuraban siempre en fiestas, ella era mucho para él.
María debía tener aún en algún cajón del cuarto principal, el libro de los sueños, una adquisición imprescindible para ella, pues vivió al lado de Sebastián cuatro años, y Sebastián siempre había soñado cosas extrañas, ¿seguiría el libro en algún lugar de la casa? A María ya no le podía servir un libro para descifrar los sueños, para ella eso formaba parte del pasado, ahora debía estar al lado de un intelectual, tal vez de un poeta francés, hablando de buena música, comiendo frutas exóticas, viviendo como se debe.
Sebastián golpea las manos contra la pared, también las manos han perdido fuerza, iba a repetirse de nuevo: Si María estuviera, pero María ya no estaba y no quería hacer más amarga la agonía pensando en ella caminando por las hermosas calles parisinas. Fue buena excusa para alejarse de él, una beca en París para estudiar las tendencias europeas en diseño de interiores, él, Sebastián no habría tenido oferta mejor. ¿Qué podía darle? Nada, solo la vida monótona en el departamento de Coyoacan, tal vez un viaje de Navidad a Cancún, y flores que compraba en algún mercado cercano.
Quiso levantarse, caminar, dar pasos, buscar el libro y encontrarlo, saber que todavía quedaba una parte de ella, con esfuerzo pudo dar algunos pasos, pero retrocedió, le aterraba descubrir que el libro igual que ella, ya no estaba, que había ido a parar en algún basurero, igual que las cartitas y las fotografías de cuando ellos eran realmente felices, la preparatoria. Llego ese recuerdo y decidió darle hospedaje por un largo rato en su memoria, era agradable, recordar cuando era joven y tenía la novia más bella de la preparatoria, a la mejor vestida, a la más deseada, él también tenía lo suyo, era él. No podía decir más que eso, simplemente Sebastián.
¿Cómo fue llegando tan rápido la muerte? Era injusto, pobre Sebastián, sufría tanto, ¿Por qué María era tan desalmada, cómo se atrevió a dejarlo solo, justo cuando la empresa de software en que trabajaba él, había prescindido de sus servicios, cómo, si tenia un año a penas que la madre de él se había muerto? Ahora estaba hasta hoy, ese momento en el que se levanta de la silla azul, da varios pasos firmes, al parecer ha retomado fuerzas y camina hasta la cocina, donde busca un cuchillo, el más filoso y corta sus venas de un tajo, la sangre se pega al cuchillo y salpica el mosaico blanco de la cocina integral, María debe estar feliz, piensa por ultima vez Sebastián. La muerte ya estaba ahí, desde antes.

María esta marcando desde la habitación del hotel en donde se hospeda en París, el numero telefónico del departamento de Sebastián, intenta muchas veces, piensa entonces que Sebastián andará en la calle, paseando por la ciudad en donde seguramente llueve, ya es Agosto, son varios meses lejos, ya siente la necesidad de volver a su lado, despertar de mala gana y escuchar los sueños de Sebastián, pasear por la calle con su amado y sentir como la gente los mira. En el fondo de su corazón, lo ama.

martes, 21 de octubre de 2008

con la mano caliente

Que tu corazón sea más lento me hace sentir culpable, por eso puedo matar a quien sea con tal de complacerte, mi niña mimada, mi pequeño trozo de muerte y granitos estéticamente colocados en el rostro.
Ayer después de matar a un juez de la suprema corte pensé en mis vacaciones contigo y me dio tristeza, te darías cuenta de que sólo soy un hombre con pistola, nada más, un loco con un motivo llamado Alejandra y muy pocos nervios en la mano.
Al juez lo maté con un disparo en el ano y salí de su casa pensando que mi cuenta crecía y mis vacaciones contigo se acercaban sin poder hacer nada.

Salí y llovía, nublado por todas partes, calles desiertas; trato de matar de madrugada lo más que puedo, andar con la mano caliente en la calle es peligroso, sentir cualquier vértigo es soltar tres disparos y salir corriendo.
Llego a casa y estás dormida, hueles a crema facial y menta, me preparo algo de comer y sigo pensado qué voy a hacer si no asesino a nadie mientras estoy contigo. Qué haré si te desvaneces en la playa, soy un simio con manos delicadas, tal vez por eso estás conmigo, o porque fui muy sincero y te bese como cuando tenías quince años y tu hermano te despertó con su lengua, después de eso ningún hombre fue el mismo, nadie tenía la misma boca que tú, Eeras, como siempre pensé, una figurita hedonista y con el ego de cien putas finas, pero aun así te amaba con la pólvora de mis manos y el dinero que conseguía con ella.

Entré tarde a la cama y me reclamaste sin abrasarme, no me importó por el cansancio, cerré los ojos, no soñé nada, mientras dormí todo fue una mancha oscura, un caída infinita y lenta que de pronto rescata tu mano en mi vientre.

miércoles, 1 de octubre de 2008

EL RETO 1159

Triple mortal hacia arras, con caida hacia el frente, que ya no es allá sino ahí, donde comenzó todo; donde conocí la felicidad y vivi mi primer amanecer.

El aterrizaje es forzoso, el vuelo aleatorio, no me quedare: daré mil vueltas, alzaré los brazos, me perdere en el infinito.

Abrire los ojos solo cuando haya comenzado a caminar hacia atras.

Quiero regresar al minimo, deshacer la avalancha yendo cuesta arriba; encontrar en la particula el mundo donde aletea la mariposa, observar su belleza, sin miedo a los ciclones.

Saltar, impulsar las piernas hacia arriba, queriendo pisar el cielo, quebrarme el cuello, echar los ojos atras, estrechar la tierra, caer de frente, 180 grados al pazADO, quebrar el tiempo, avanzar regresando, meter la reversa, sentir lo inverso, salir corriendo siempre hacia adentro.


Lucia Revueltas